28 febrero 2010

(fragmento)
Entonces cargué a Rorty y la puse sobre el colchón azul. Vi que se retorcía y que maullaba muy raro. Pensé que tal vez era porque estaba a punto de parir. La gata se echó de lado y los gatitos empezaron a nacer. Recordé que los gatos tienen muchos hijos pero que no todos sobreviven. La cabeza del gatito rayado que estaba naciendo rodó entre los cojines. Era la única parte del gato que se había formado. Luego otro gato comenzó a nacer pero también era solamente una cabeza. El tercer gato sí estaba completo. Así fueron naciendo otras cabezas de gato y otros gatos. Al final había tres gatos completos: una gata y dos gatos. Los acomodé entre los cojines y tiré las cabezas a la composta. Llegó un amigo de Vois y me pidió a la gata que ya le había prometido. La gata era igualita a su madre y del mismo tamaño. Tuve miedo de regalarle a Rorty y no a su hija. Finalmente, después de varias comparaciones y pruebas, descubrimos quién era quién y él se llevó a la gatita. Los otros gatos se fueron por la escalera y supuse que no regresarían pero pensé que no era tan grave porque eran machos.

domingo 14 de febrero

Estábamos en la camioneta mi mamá, mi papá y mi hermana. Nos bajamos mi mamá y yo para entrar a una tienda y unos asaltantes entraron. Mi mamá se escondió en el segundo piso y yo debajo de las escaleras pero como mis piernas eran muy largas un asaltante me vio y apuntó la pistola en mi frente. Mientras lo veía yo pensé “por favor, ya, dispara o vete, dispara o vete, dispara o vete”. Finalmente se fue y me quedé tranquila pero luego me di cuenda de que sí me había disparado. Regresé a la camioneta mi hermana dijo “qué bueno que no te pasó nada” pero después vio el hoyo en mi frente y mi papá dijo que había traspasado mi cabeza. Me llevaron al hospital. Los doctores dibujaron la silueta de mi cabeza en una hoja de papel y con una regla trazaron el camino que había seguido la bala. Luego me dijeron que repasara la raya con un marcatextos amarillo pero yo no pude porque me sentía muy mareada. Me acosté en la camilla, me volví hacia la ventana y pude ver que había una alberca y tres hombres en traje de baño cantando algo en inglés. Seguí acostada, tenía mucho sueño y me quedé dormida. Me costó mucho trabajo despertar. Les pregunté a los doctores si no era peligroso dormir; tenía miedo de quedarme por siempre. Ellos me dijeron que no pero que mejor me pusiera a hacer lo que hacían los hombres de la alberca. Yo me levanté y traté de seguir las canciones que eran ejercicios para no quedarse idiota. Tenía que memorizarla y repetirla junto con algunos movimientos pero apenas podía coordinar los brazos. Me estaba quedando cada vez más idiota. La segunda estrofa no pude repetirla porque era muy larga y casi no la entendía. Luego los hombres se pusieron a bailar libremente. Supuse que ya no era necesario repetir de memoria y me puse a bailar también. Cada vez bailaba menos porque me sentía muy cansada y me detuve cuando la doctora me acostaba en la cama y me empezaba a suturar la frente. Luego me quedé dormida.